De la convocatoria de Piccolini a votar por Macri y Cambiemos

Estimados y estimadas colegas de Edición:

Queremos referirnos a la convocatoria de la profesora Patricia Piccolini, ex Directora de la Carrera de Edición, junto a 150 “intelectuales” argentinos, a votar por Macri y Cambiemos en las próximas elecciones en el manifiesto:

Por qué votamos Juntos por el Cambio

Desde dónde firma la prof. Piccolini

La prof. Piccolini se desempeña como funcionaria adscripta a la Dirección de la Comisión Nacional de Bibliotecas Populares (CONABIP) a cargo de Leandro de Sagastizábal, conocido Editor, y primo de Enrique “Coti” Nosiglia, principal referente de la Franja Morada e impulsor y artífice del pacto UCR-PRO que generó el espacio político Cambiemos. Juntos forman parte del equipo de gobierno seleccionado por Cambiemos para gestionar cada una de las distintas dependencias del ex Ministerio de Cultura de la Nación, hoy degradado a Secretaría, a cargo de Pablo Avelluto.

Desde el ámbito de la Carrera de Edición por otra parte, la prof. Piccolini fue electa Directora por los espacios del FEI en estudiantes, Unidad Editorial en graduados, y Línea Editorial en profesores (de la que forma parte). Estos espacios responden tanto en la Carrera de Edición, como en los demás niveles de gobierno (Facultad de Filosofía y Letras, y Rectorado de la UBA) a la Alianza UCR-PRO Cambiemos.

La Dirección de la Carrera de Edición se ha alternado en la última década entre los profesores Mauro Dobruskin y Patricia Piccolini, desde que el prof. Dobruskin se pasó del espacio político de profesores más cercano a la centro izquierda (que incluye al kirchnerismo) tanto en Edición como en el Consejo Directivo de la Facultad, al espacio de profesores que encabeza la prof. Piccolini en Edición (Línea Editorial) y del que forma parte en Consejo Directivo (la Franja Morada) a cambio de seguir desempeñándose como Director de la Carrera (turnándose con Piccolini).

Un capítulo aparte ameritaría el reciente impulso del profesor Dobruskin como si fuera propio al proyecto de Ley del Libro que encabeza Daniel Filmus (y al que Dobruskin no contribuyó con un punto ni una coma), en su evidente desesperación por aparecer (literalmente) en la foto con el diputado Filmus, frente a los posibles vientos de cambio político a nivel nacional, para intentar ocultar sus años de colaboracionismo con el espacio de Cambiemos hacia el interior de la UBA.

Tanto Dobruskin como Piccolini, no sólo apoyan el espacio de profesores de Cambiemos (UCR-PRO) en el gobierno de la Facultad, sino que han integrado sus listas de candidatos, incluida la última que encabezó el filósofo Samuel Cabanchik (ex senador nacional por la Coalición Cívica de Elisa Carrió). Este espacio de Cambiemos entre los profesores de la Facultad de Filosofía y Letras es dirigido desde hace años y hasta la fecha de manera indiscutible por María Catalina “Cati” Nosiglia, profesora de nuestra Facultad, hermana del “Coti” Nosiglia, y actualmente Secretaria Académica del Rectorado (gobierno central) de la UBA.

A su vez el espacio de profesores de Cambiemos del Consejo Directivo de la Facultad (que integran Dobruskin y Piccolini) apoyan con su voto en la Asamblea Universitaria la elección del Rector y a través suyo del gobierno de la UBA, desde el que se suman a continuar el gobierno casi perpetuo (desde hace casi 30 años) de la Franja Morada de nuestra Universidad, que hoy se convierte junto a la Ciudad de Buenos Aires en uno de los principales bastiones de la Alianza UCR-PRO Cambiemos.

Lo mismo han hecho históricamente también los espacios integrados por el FEI desde estudiantes y por Unidad Editorial en graduados (ambos dirigidos por Pablo Canalicchio y Néstor Labbé, actual Secretario Académico de la Carrera de Edición) integrándose y votando en forma conjunta con los espacios de Cambiemos (UCR-PRO) tanto en el gobierno de la Facultad (Consejo Directivo) como en el de la Universidad (Consejo Superior) así como en la FUBA (Federación Universitaria de Buenos Aires, que constituye la representación gremial de las agrupaciones estudiantiles de la UBA).

De hecho, podemos encontrar el listado de “intelectuales” argentinos las firmas de los dos ex jefes de Canalicchio en la Franja Morada de la Facultad de Filosofía y Letras: Nicolás Simone y Fernando Pedrosa (hoy reconvertidos a otras áreas de la Universidad desde las cuáles sigue enmarcados en la militancia por Cambiemos). Fernando Pedrosa de hecho era el director de los Planes Laborales (Proyectos 368 y 369) a través de los cuáles Canalicchio y otros militantes de la Franja Morada de la Facultad recibían subsidios, destinados originalmente a padres de familia desocupados.

Esta continuidad de la Franja Morada en el gobierno de la UBA, es lo que garantiza por ejemplo, que la propia “Cati” Nosiglia haya sido y siga siendo designada Secretaria Académica de la UBA en el Rectorado, que Emiliano Yacobitti (conocido dirigente de la Franja Morada de Económicas) ocupe la Secretaría de Hacienda de la UBA, y en resumen se sigan distribuyendo los cargos de gobierno tanto del Rectorado, como de 11 de las 13 Facultades en que son mayoría, entre los integrantes de Franja Morada, hoy parte integral del gobierno de Cambiemos en todos sus niveles.

No es sorprendente entonces que la prof. Piccolini en tanto parte del equipo de gobierno de Macri en el la Secretaría de Cultura de la Nación, integrante de los espacios de Cambiemos (UCR-PRO) en Edición, en el gobierno de la Facultad de Filosofía y Letras y en el Rectorado de la UBA, forme parte de la convocatoria de “intelectuales” macristas a votar por Cambiemos.

No sólo no resulta sorprendente, sino que por supuesto que está en todo su derecho.

Lo que sí resulta sorprendente es que alguien del sector editorial se atreva a elogiar las políticas del gobierno de Cambiemos en el ámbito de la cultura.

Qué pasó en el sector editorial desde 2015

Lo sorprendente realmente es que alguien del propio sector editorial, aunque adscriba al espacio de Cambiemos, sea capaz de sostener el desastre que ha resultado de las políticas (y la ausencia de políticas) de Cambiemos para el sector y la catástrofe –no hay otra forma de describirlo– que vive el devastado sector editorial argentino en este momento.

De 2015 a fines de 2018 las ventas de publicaciones cayeron un total acumulado de 37% en nuestro país (-5% en 2015, -10% en 2016, -8% en 2017 y -14% en 2018).

La cantidad de ejemplares producidos además bajó de 129 millones en 2014 a 36,3 millones (!!!) en 2018 (82 millones en 2015, 62,65 millones en 2016, 51,33 millones en 2017 y 36,3 millones en 2018), una reducción del 72% en la producción de publicaciones en nuestro país en los últimos 4 años. Esto quiere decir que en 2014 se producían anualmente 3 libros por habitante, y en 2018 la industria editorial publicaba 0,82 libros por año por habitante. En sólo 4 años.

Por último (en todos los casos usamos cifras de los informes de la Cámara Argentina del Libro), el dato más brutal es que el empleo directo en el sector se redujo un 20% (o sea se echó al 20% de los empleados en relación de dependencia del sector editorial) y el indirecto un 15% (editores, correctores, diseñadores freelance, que dejaron de percibir ingresos).

¿Es esto casual? ¿Es un problema asociado al clima económico internacional más allá de todo posible control? No, es el resultado directo de las políticas de Estado económicas que decidió llevar adelante el gobierno de Cambiemos en el sector industrial en general, y de las políticas que implementó el ex Ministerio de Cultura, del que forma parte la prof. Piccolini, en particular para el sector editorial.

Las medidas de Cambiemos para el sector Editorial

Primero que nada recordemos que a Pablo Avelluto se lo conoce en la industria editorial con el sobrenombre poco feliz de Ave de Luto, ya que su especialización profesional ha sido la de ser contratado por multinacionales editoriales para “reestructurar y racionalizar” su personal. Dicho de otra forma, Pablo Avelluto se ha especializado en echar gente de diversas grandes editoriales multinacionales de Argentina. Una vez cumplida su tarea, pasa a ser él mismo despedido, con una cuantiosa indemnización en cada caso, luego de haber realizado la tarea encomendada que sin lugar a dudas mejora las ganancias (empeorando la calidad de las publicaciones) de estos grupos, para seguir luego haciendo el mismo trabajo en otro grupo editorial. Este es el currículum vitae del actual Secretario de Cultura de Macri, desde siempre al servicio de los grandes grupos económicos de la industria cultural.

Repasemos en este contexto, cuáles han sido las medidas del gobierno de Macri que han afectado a la industria editorial en estos años.

Primero que nada la retracción general del sector productivo, aún mayor en el de bienes culturales producto de las siguientes políticas generales:

– Caída del consumo interno por mayor desempleo y reducción de los salarios reales frente a la inflación de alrededor de un 25% de su poder adquisitivo en estos últimos 4 años.

– Mayores costos derivados del alza de los servicios públicos (gas, electricidad…).

– Las sucesivas devaluaciones frente al dólar, que aumentan proporcionalmente el valor de todos los insumos dolarizados empleados en la industria editorial (insumos tecnológicos y maquinaria importados fundamentalmente).

Por otra parte las siguientes políticas de Estado implementadas por Cambiemos ya dirigidas directamente al sector editorial o de la cultura

  1. La caída en un 50 por ciento de las compras públicas y la ausencia de políticas públicas activas para la protección del sector editorial.

  1. La masiva apertura importadora de libros de editoriales extranjeras mediante la derogación de los Requerimientos de Declaraciones Juradas Anticipadas de Importación (DJAI), autorizaciones que requería la Administración Federal de Ingresos Públicos (AFIP) para controlar la importación.

Como resultado de esto, en 2016 las importaciones de libros físicos se incrementaron un 94,8 %p, pasando de 40,3 millones de dólares en 2015 a 78,5 millones de dólares en 2016, el mayor monto desde 2011.

  1. Mayor apertura importadora de libros localesimpresos afuera, producto de la derogación de la ley de tintas, que consistía en medidas fitosanitarias de la Secretaría de Comercio Interior basadas en estándares internacionales, ecológicos y sanitarios, referidos a la cantidad de plomo de las tintas. Esta última iniciativa, que protegía la industria gráfica local frente a la competencia extranjera, fue presentada mediáticamente por los medios de comunicación hegemónicos como una “restricción inaceptable a la libertad de expresión”.

Mientras en 2011 sólo el 40% de los libros comercializados se imprimía en la Argentina, en 2015 se logró que más del 80% se produjera localmente. Paralelamente, la deficitaria balanza comercial del sector (diferencia entre los ingresos en dólares por libros exportados y los egresos por libros importados) se redujo de 75 millones de dólares en 2011 a 13 millones en 2015. Pero junto a la apertura importadora y la caída de la producción local derivada de las políticas implementadas por el actual gobierno de Cambiemos, ese déficit subió a 50 millones de dólares después de la derogación de la Ley de Tintas. Todos los grandes grupos editoriales multinacionales de Argentina volvieron a imprimir masivamente sus libros en China.

A esto se suman problemas habituales y preexistentes:

– El oligopólico mercado del papel, que provoca que los precios de este insumo básico sean superiores al de la media internacional.

– La alta concentración entre las editoriales, ya que veinte firmas concentran alrededor del 80 por ciento del mercado y solo dos, Planeta y Penguin, más del 30 por ciento.

Las causas

Este cuadro brutal para los trabajadores de la industria editorial no es necesariamente negativo para las ganancias de las multinacionales editoriales, aunque algunas de ellas (como SM, el grupo Santa María) quebraron, junto a una miríada de pequeños y medianos emprendimientos editoriales en estos últimos años.

La apertura de importaciones les permitió a muchas multinacionales editoriales traer sus stock de libros invendidos desde filiales del extranjero para colocarlas en el mercado local, la Ley de Tintas les permitió volver a producir libros a menores costos en el extranjero (China) abandonando a la industria gráfica argentina (y a la generación de empleo local), y la reducción de personal, en la que se especializó desde siempre el propio Secretario de Cultura Avelluto en el ámbito profesional, resultó más fácil de llevar adelante en un contexto de genuflexión laboral articulado por la mano de obra barata (disponible por el gran nivel de desempleo del sector editorial) y el temor de los “no despedidos” a formar parte de la lista negra de desempleados que dificulta la solidaridad entre trabajadores. Todo esto les permitió también hacer grandes ganancias racionalizando el principal costo del sector editorial (uno pensaría el gran valor, pero no es como lo piensan los empresarios de estas multinacionales) que son los recursos humanos.

Como mencionaba un colega de Edición hace poco, para poder comprender cabalmente lo sucedido en estos años, hay que entender que esa catástrofe no es el resultado de un fenómeno atmosférico atribuible a la difundida coartada mediática que afirma que todos los males provienen de la pesada herencia o de problemas de la economía mundial.

Pasamos de un periodo de crecimiento y auge de la producción de libros en Argentina (del 2005 al 2015 aproximadamente), a un período de caída estrepitosa en tan solo tres años.

Esto es el resultado muy concreto de políticas de Estado, no erradas, sino cuidadosamente razonadas y decididas por el actual gobierno nacional de Cambiemos, en manos y cabeza de un ex ministro hoy rebajado a secretario de gobierno que llevó adelante su concepción contraria al desarrollo local de la cultura y el conocimiento, en beneficio directo del oligopolio de grandes grupos económicos multinacionales del sector editorial, y en detrimento de cualquier concepción de la función social que debe tener la cultura en nuestro país.

No resulta sorprendente que la prof. Piccolini, en tanto parte del propio gobierno y ex ministerio encargado de aplicar estas políticas, salga a apoyarlas, pero sería más fácil de sostener si fuera parte del sector bancario, agroexportador o energético dedicado a la exportación de petróleo y gas Lo realmente sorprendente es que alguien del sector editorial se atreva a sostener las políticas de Estado de Cambiemos, que destruyeron, sin ambigüedades, la riqueza y potencialidad local del sector.

Comprender cabalmente el origen de esta catástrofe es fundamental para poder encontrar posibles soluciones.

Saludos a todos y todas

Agrupación +para+