Sin metadatos no hay ventas

Desde mediados de la década de 1990, el sector de la producción editorial está viviendo una época de cambios radicales. Una serie de factores, centrados fundamentalmente en el protagonismo creciente de las tecnologías digitales y los avances en telecomunicaciones, lo están afectando de forma tan profunda como las transformaciones que sufrió en la primera mitad del siglo XIX. Transformaciones que dieron lugar a la configuración de roles y fuerzas que, básicamente, se han mantenido hasta nuestros días en este sector. Uno de los efectos más significativos de estos cambios será el de las crecientes desmaterializaciones del libro. El caso del libro digital es un ejemplo obvio. Se trata de una producción editorial que, en ningún momento de su existencia, tiene una forma material. En los modelos basados en impresión bajo demanda, esta forma material del libro sólo aparece en el último instante, una vez el libro ha sido adquirido.

Pero en los entornos digitales, Internet y la web, los libros no existen en ningún momento, independientemente de su formato digital o impreso. El usuario sólo ve el resultado de la combinación, más o menos acertada, de metadatos que crean la ilusión de que se está viendo un libro. Si estos metadatos no son los adecuados, será imposible una fiel representación del libro.

Al igual que la editorial es responsable de sus libros en entornos físicos, lo es de sus metadatos en entornos digitales ya que si estos no son correctos, el libro dejará de existir. Las editoriales deben asumir que, en estos entornos, los metadatos son un activo tan valioso como los propios libros y que es indispensable que asignen los recursos necesarios para su correcta creación, actualización y distribución al resto de la cadena comercial.

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