Libro: Habla Clara

Así como hubo un claro vuelco del “que se vayan todos” a la militancia e intensa participación política por parte de los jóvenes (y un esbozo de articulación de un discurso opositor) también sucedió, en ese sentido, un hecho inédito: se abrió un cajón recóndito en la mesa de disección del lenguaje, algo que parecía apolillado empezó a tomar vida.
No sólo por el valor que empezaron a cobrar algunas frases emblemáticas (“no voy a dejar mis convicciones en la puerta de la Casa Rosada”) sino también por la intensificación de reflexiones casi semióticas incorporadas al mundo cotidiano. Basta pensar el uso de la palabra “relato”, con toda su implicancia simbólica, que nació en el seno del oficialismo y ahora intenta ser captado por los medios hegemónicos de comunicación como una forma de bastardear el modelo. De la misma forma, las tan en boga expresiones del tipo 20N, 7D resultan moneda corriente y, esa recurrencia da cuenta, como nunca antes, de que en el lenguaje se libra una batalla esencial dentro de lo que significa el debate político.
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