Injusticia poética

En 2010, María Kodama consiguió que le compraran los derechos por la obra completa de su ex esposo en dos millones de euros. En 2011, su abogado acusó al escritor Katchadjian por defraudación a los derechos de autor. La pena: un embargo sobre los bienes de 80 mil pesos y la posibilidad de ir a prisión. Hoy, en la Biblioteca Nacional se hará un acto que pide el desprocesamiento del autor. “Es el mejor homenaje a Borges que se le ha hecho en los últimos años”, cree el editor Damián Ríos.

¿Cuándo comienza esta historia? ¿Cuando pasa esa carta por debajo de la puerta del escritor Pablo Katchadjian, en el otoño de 2011,  y él se entera de que María Kodama, la viuda y heredera universal de Jorge Luis Borges, le inició un juicio por defraudación a los derechos de autor? ¿Empieza cuando a María Kodama alguien le dice que existe un libro llamado El Aleph engordado, escrito por un joven de apellido armenio, y consulta a su abogado para iniciar una demanda? ¿O cuando Katchadjian le agrega 5600 a las 4000 palabras del cuento original y lo publica, en 2009, con el nombre de El Aleph engordado en una editorial independiente? ¿O cuando meses antes anota en una libreta: “Engordar libro, por ejemplo “El Aleph”? ¿O, esta historia comienza cuando Jorge Luis Borges se sienta a escribir, en la década del cuarenta, sobre una casa, y un sótano en el que se podía ver uno de los puntos del espacio que contienen todos los puntos: un punto desde el que se podía ver el populoso mar, el alba y la tarde, las muchedumbres de América, una plateada telaraña en el centro de una negra pirámide, un laberinto roto (era Londres), racimos, nieve, tabaco, vetas de metal, vapor de agua, convexos desiertos ecuatoriales y cada uno de sus granos de arena, una mujer y un joven escritor, un juicio y el desenvolvimiento de ese juicio que aún no conocemos pero allí estaba, visible, en ese minúsculo punto de aquella escalera de la casa de un tal Carlos Argentino Daneri, sobre la calle Garay?
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