I Feria del Libro Electrónico

Más de 20 editoriales independientes mostraron sus catálogos en formato digital, aunque sin renegar del papel.

La primera Feria del Libro Electrónico se llevó a cabo ayer en el club cultural casa Brandon, en Villa Crespo, con la participación de más de 20 editoriales independientes y catálogos de literatura argentina que ganan protagonismo alejados del circuito mainstream. Algunos emprendimientos editan exclusivamente en versión digital y otros apuestan a la convivencia entre los dos formatos.
«No hay ninguna diferencia entre ambos, a los efectos de la lectura es lo mismo», señaló a Tiempo Argentino Damián Ríos, el poeta y novelista entrerriano, cofundador de Recursos editoriales, junto con Mariano Blatt.
«Mi estudio de mercado casero, realizado en el subte, me muestra que cada vez más personas leen e-book. Publicar digital tiene una ventaja: te permite incorporar más cosas a la edición, reportajes, fotos. Y para los lectores, es más práctico. Pero se compensa con los textos tradicionales porque son usos distintos. Hay libros que no quiero dejar de tener en mi biblioteca», agregó Facundo Soto, de la editorial Conejos, que se reconoce un fetichista de los libros.
En el encuentro, muchos sellos editoriales ofrecieron sus obras para descargar de forma gratuita, mientras otras optaron por venderlas, aunque con ofertas y paquetes de descuento con varias publicaciones juntas. La intención de estos últimos, sin embargo, fue acercarse lo más posible a la gratuidad, pero recuperando los costos. «Estamos en un período de juego y por eso, queremos seguir explorando la distribución libre. Cuando empezamos con este proyecto, hace un año, buscábamos investigar qué pasa con este medio. De alguna manera, implicó un trabajo de alfabetización digital, vinculado al fomento de la lectura», explicó Cecilia Espósito, de la Editorial Los Proyectos, que sólo tiene publicaciones digitales descargables en su página web.
Uno de los novelistas que publicó en ese espacio, Carlos Ríos, comentó a Tiempo la experiencia: «El e-book genera una visibilidad mayor al trabajo de muchos escritores argentinos, y permite que se genere una conexión entre ellos, se arma como una tribu digital. Además ahora se empezaron a reeditar ejemplares que ya no se conseguían. Lo que falta es que los suplementos culturales empiecen a reseñar estos trabajos», comentó Ríos.
Ninguno de los libros que se entregaron durante el encuentro tiene sistema de gestión digital de derechos de autor, por lo que se pueden cambiar y regalar a otras personas sin restricciones. Durante el día, se realizaron también debates sobre los derechos de autor y las licencias de uso en los medios digitales, que convocó la presencia de los visitantes más inesperados. «Vi el anuncio en el diario y quise saber cómo era. Al final, me terminé comprando un libro de Stephen King, que voy a leer en la compu, porque no tengo iPad», contó Mirta mientras conversaba con otras dos señoras que festejaban la lectura digital en la tercera edad.
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