12 Nov Honoris Causa y reconocimiento al Equipo Argentino de Antropología Forense
Patricia Bernardi, Luis Fondebrider y Mercedes Doretti, que por estar investigando fosas comunes en México fue representada por su madre, la periodista Magdalena Ruiz Guiñazú, fueron aplaudidos por sus colegas y por decenas de familiares de las 649 víctimas de la última dictadura que llevan identificadas desde 1984.
La ceremonia de realizó en el Centro Cultural Haroldo Conti, que forma parte del Espacio para la Memoria en que se convirtió la ex ESMA, y estuvo presidida por el rector de la UBA, Alberto Barbieri; el presidente de la cámara de Diputados, Julián Domínguez; y secretario de Derechos Humanos, Martín Fresneda.
«Estos 30 años nos dan un balance positivo en el que pudimos colaborar con la demanda de la sociedad argentina de encontrar verdad y justicia a partir de la aplicación de la ciencia en la investigación de violaciones de derechos humanos», dijo a Télam Fondebrider, que tenía 23 años cuando se conformó el EAAF.
Fondebrider contó que pudieron «llevarle alivio a muchas familias en Argentina y en otras partes del mundo. Allí dónde no se sabía qué había pasado con los cuerpos de las víctimas pudimos ayudar a los familiares a cerrar los duelos -indicó- y aportar pruebas a la justicia para los procesos contra los responsables», agregó.
«Cuando empezamos, todo lo que nosotros plantéabamos era nuevo y causaba reticencias en algunos ámbitos judiciales y académicos, pero con el apoyo de los familiares de las víctimas y de los organismos de derechos humanos pudimos ir generando conciencia de que era necesario modernizar la ciencia forense e integrar disciplinas como la arqueología», recordó.
«Hoy tenemos que pensar en seguir capacitándonos porque la ciencia y la tecnología no se detienen, tenemos que identificar a todos los cuerpos que van siendo encontrados en nuestro país y tenemos también que pensar cómo aplicar estos conocimientos en la resolución de otros delitos como la trata de blancas», concluyó.
Patricia Bernardi tenía 19 años cuando se creó el EAAF. «Al final de la dictadura un prestigioso antropólogo forense de Estados Unidos, Clyde Snow, llegó a colaborar con la identificación de cuerpos en las fosas comunes y cuando pidió la ayuda del Colegio de Antropólogos no recibió respuesta, por eso se puso en contacto con nosotros, que éramos estudiantes», relató.
«En toda la carrera universitaria teníamos una sola materia referida a la antropología biológica, tuvimos que aprender con él todo lo referente a las ciencias forenses sin que él supiese español y sin que varios de nosotros supiésemos inglés», explicó a Télam.
Aunque ya se identificaron «a más de 600 personas todavía hay 700 cuerpos a los que tenemos que restituirles su identidad, y creo que una de las cosas que más nos enorgullece es que los principios con los que fundamos el EAAF son los mismos que nos rigen hoy», completó.
Magdalena Ruiz Guiñazú, madre de Mercedes Doretti, dijo a Télam que «a estos chicos los militares les habían cerrado las carreras, tuvieron que terminar de estudiar cuando volvió la democracia, y yo me alegré cuando Mercedes me contó la tarea que se había propuesto», dijo Ruiz Guiñazú a Télam.
La periodista señaló que el EEAAF «cumple una tarea fundamental en la posibilidad de las familias para elaborar la pérdida de los muertos y en el aporte de evidencias que contribuyen para que todos los genocidas cumplan las condenas que les corresponden», añadió.
Julio Morresi, padre de Norberto, desaparecido el 23 de abril de 1976 a los 17 años e identificado por el EAAF en 1989 en el cementerio de General Villegas, contó a Télam que «lo que hace toda esta gente es traerle paz a las familias y pruebas a la justicia. Sin ellos muchos no podríamos haber enterrado a nuestros hijos», reconoció.
Ellos «son los mejores forenses del mundo, por eso los vienen a buscar de México, África o Europa del este; pero más allá de que sean brillantes la clave es el amor que le ponen a su trabajo», afirmó.
«Yo estuve cuando exhumaron a Norberto, dejaron que los sepultureros caven hasta dos metros de profundidad, pero después con sus palitas llegaron hasta el fondo y con un cepillito limpiaban hueso por hueso y los acomodaban con suma delicadeza; era un gesto de amor y dignidad en medio del horror», manifestó.
Compañera de estudio de los fundadores del EAAF y actual titular de la cátedra de Arqueología Argentina de la Facultad de Filosofía y Letras, Vivian Scheinsohn contó a Télam que los orígenes del equipo «cumplen con aquella premisa histórica de la ciencia argentina de arreglarse con lo que hay».
«En una época en la que estudiar era muy difícil todos nosotros hacíamos esfuerzos para conseguir materiales que recomendaban los docentes que todavía se animaban a dar clases y hasta formamos una biblioteca», indicó.
Con el tiempo «el EAAF y la universidad siguieron por caminos distintos, y aunque ellos venían a dar clases y nosotros mandábamos alumnos a trabajar con ellos, quizás esta sea la oportunidad para que los unos y los otros puedan compartir una articulación más sistemática», finalizó.
Además de los doctorados Honoris Causa entregados por Barbieri, los fundadores del EAAF recibieron las medallas «30 años de Democracia» del Congreso de la Nación que les fueron entregadas por el presidente de la Cámara de Diputados, Julián Domínguez.
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