El futuro de la industria editorial en Taiwan

Siendo la República de China uno de los países más avanzados en el campo de la industria informática, pareciera que el futuro del sector editorial en el país se encuentra en peligro de desaparecer. Al menos, muchas personas tienen esta preocupación.
Recientemente, la prestigiosa revista estadounidense The Atlantic publicó un provocativo artículo con el sugestivo título: “¿Por qué ya nadie sigue leyendo en Taiwan?” (Why Doesn’t Anyone in Taiwan Read Anymore?). El argumento en que se basó el escrito fue la caída del 5,4 por ciento en las ventas de libros durante el año pasado.
Por otro lado, el Ministerio de Cultura de la República de China ha estado últimamente ocupado promoviendo ferias del libro en el Sudeste Asiático, teniendo como blanco a la gran población sino-parlante en la región.
Como dijo en cierta ocasión el autor y humorista estadounidense Mark Twain (1835 – 1910): “Los informes acerca de mi muerte han sido grandemente exagerados”; y lo mismo podría ser verdad acerca del negocio de libros en la nación. La industria editorial en el mundo entero está sufriendo del asalto del Internet, y se ha visto forzada para adoptar nuevos medios tales como los libros electrónicos. En Estados Unidos y Europa, la historia principal no ha sido la desaparición del libro, sino el colapso de las cadenas de librerías de alto nivel en las avenidas principales, tales como Borders, en manos de Amazon.com.
Sin embargo, el equivalente de tales tiendas en Taiwan, Eslite, ha comprobado ser la mayor historia de éxito en el mundo local del libro.
El artículo en The Atlantic ha sido grandemente inspirado en una investigación realizada por el Ministerio de Cultura que revela que la gente en Taiwan lee solamente dos libros al año, en comparación a los ocho ó diez en Corea del Sur y Japón, respectivamente.
Los resultados fueron recibidos con exceptismo por quienes se encuentran en ese sector. “Creo que esa cifra está subestimada”, dice Liao Xiu-hui, dueño de Jiegou Qun, una librería de Taipei que se especializa en libros importados de China continental. “No sé cómo ellos realizaron esta encuesta, pero claramente muestra que algunos sectores de la población leen mucho más que los otros”, señaló.
Las ventas de libros por 2.530 millones de dólares estadounidenses para una población de 23 millones de personas en 2012, deja un promedio de alrededor de unos cien dólares por persona al año; lo suficiente para comprar unos cuantos libros importados o cerca de 10 libros impresos localmente, cuyo costo es alrededor de unos diez dólares por ejemplar.
La cifra per cápita se compara favorablemente con el Reino Unido, donde los libros son mucho más costosos. Taiwan, con unos 40 mil títulos impresos anualmente, se encuentra sólo detrás del Reino Unido, en términos de número de libros publicados por persona.
En la isla, hay más de 14 mil editoras registradas, de las cuales unas dos mil se encuentran activas, la mayoría de ellas pequeñas. En vez de ser una debilidad, la diversidad de pequeñas editoras podría ser una fuerza oculta para la industria local.
“Las pequeñas editoras en algunos aspectos, son mejores, ya que son más sensitivas al mercado”, revela Chang Chang-yin, propietario de la cadena de librerías Ya She en la ciudad de Taipei.
Otro aspecto que mencionó William Blythe, autor del artículo en The Atlantic, fue la gradual desaparición de las cavernosas librerías en la Avenida Chungking Sur, tradicionalmente conocida como la “Calle de las Librerías”.
Uno de los establecimientos más emblemáticos del sector, la Impresora Comercial (Commercial Press, ?????), con su majestuoso edificio de cuatro pisos, también ha desaparecido. Hoy, el edificio es un local para remates de ropa hecha. La fenecida librería estuvo asociada con librerías del mismo nombre en Shanghai y Hong Kong, donde son instituciones sinónimas de la más refinada actividad cultural.
Aunque no se puede negar que muchas librerías han cerrado sus puertas en forma definitiva, sin embargo, en su mayoría eran pequeñas o anticuadas. No ha disminuido el espacio de locales dedicados a los libros en la ciudad. Posiblemente, el argumento de Blythe es similar a decir que la gente ya no come carne debido a que han desaparecido las carnicerías locales.
Por otro lado, cavernoso tal vez sea el adjetivo que describe más adecuadamente las diversas sucursales que tienen las libreríasEslite, que han surgido en diversos puntos de la geografía citadina.
Esencialmente, el futuro del mercado de los libros no se trata incluso de sencillamente libros, si se toma a juicio el éxito que ha tenido Eslite. La misma es parte de un gran conglomerado y su fundador, Robert Wu, magnate que hizo su fortuna vendiendo útiles de cocina, es famoso por decir que perdió dinero durante los primeros 15 años en que se puso a vender libros.
A inicios de los años 1990, Eslite inauguró su primera librería en la Avenida Tunhua Sur, de la ciudad de Taipei. La misma constituyó una experiencia totalmente nueva en el concepto de librería. El negocio está abierto las 24 del día, y cuenta con cafeterías, asientos para los lectores y actividades regulares con eminentes figuras literarias.
Si bien Borders quedó en bancarrota a inicios de los años 1990, dos años después de abrir su sucursal en el Reino Unido, Eslite se encuentra activamente expandiendo sus negocios en Hong Kong y China continental.
Eslite se mueve ahora hacia ciudades de segundo escalón en China continental, tales como Hangchow (Hangzhou) y Suchow (Suzhou), pero ha fijado sus ojos en Shanghai. Ellos son una compañía registrada en la Bolsa de Valores, de modo que sus negocios de libros no deben ser vistos en forma aislada. En cierto aspecto, ellos están usando libros y sus librerías para promover una marca”, señala Chang.
La marca podría ser la razón del todo. “Cada vez más de ellas venden otras cosas que no sean libros, volviéndose como una tienda por departamentos”, añade.
Chang dice que Eslite también está interesada en el mercado inmobiliario, y con su reciente auge en Taipei, no resulta una sorpresa. El menciona el caso de una librería en la Avenida Shihta (Shida), en medio de una zona estudiantil cada vez más popular, que se convirtió en una cafetería Starbucks cuando fue vendida. “Yo no creo que ganaron mucho dinero vendiendo libros, pero deben haber obtenido de 3 a 5 millones de dólares cuando vendieron el local”, agregó.
Este es un modelo empresarial que tiene mucho sentido. Eslite inauguró en agosto pasado su sucursal en el Centro Cultural y Creativo Sungshan, si sucursal es la palabra apropiada para un edificio que contiene una tienda por departamento, cines, sala de eventos y un hotel de 104 habitaciones, que entrará en operaciones a fines del presente año.
El exitoso impulso de una marca puede significar enormes ganancias en el negocio de la tienda por departamentos y hotel, y ¿qué mejor forma de instar a una clientela bien educada que a través de los libros?
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